El director mexicano propone un espectáculo cinematográfico protagonizado por Daniel Giménez, quien interpreta a un aclamado periodista y documentalista realiza un viaje en el que confronta su pasado, lo absurdo de sus memorias y su identidad
Por Leo Deangelis
“Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades”, es el nuevo film del premiado director mexicano Alejandro González Iñárritu. Se trata de una experiencia épica, visualmente deslumbrante e inmersiva que relata el viaje íntimo y conmovedor de Silverio, un renombrado periodista y documentalista mexicano que vive en Los Ángeles, quien, tras ser homenajeado con un prestigioso premio, debe regresar a su país, sin saber que ese viaje lo llevará a un límite existencial. El absurdo de sus recuerdos y miedos se ha abierto camino hasta el presente, permeando su vida cotidiana con desconcierto y asombro. La película estrena en Netflix este viernes 16 de diciembre.
Silverio, es un renombrado periodista y documentalista mexicano que vive en Los Ángeles, quien, después de recibir un prestigioso premio internacional, se ve obligado a regresar a su país de origen, sin saber que este simple viaje lo llevará a un límite existencial. Lo absurdo de sus memorias y miedos infiltran su presente, llenando su vida cotidiana con una sensación de perplejidad y asombro.
A su llegada al país que lo vio nacer, el protagonista se enfrentará a preguntas universales y al mismo tiempo íntimas sobre la identidad, el éxito, la mortalidad, la historia de México y los profundos lazos familiares que comparte con su esposa e hijos. Lo que significa ser humano en estos peculiares tiempos.
“Bardo” fue, junto con “Argentina, 1985”, de Santiago Mitre, el otro film latinoamericano que competió en la Mostra de Venecia. Iñárritu, cinco veces ganador del Premio Oscar de la Academia, presenta su nuevo trabajo que es definido por él mismo como “una experiencia épica, inmersiva y visualmente sorprendente que contrasta con el conmovedor e íntimo viaje personal del protagonista”.
“Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades”, encuentra así al cineasta más desatado y ambicioso que de costumbre, sin los filtros y contrapesos que en filmes anteriores lo salvaban apenas del ridículo. Esta vez el director asume sin ambages el rol de demiurgo desaforado y da vida a un monstruo de mil cabezas, todas igual de contrahechas.
Escrita por Iñárritu junto al argentino Nicolás Giacobone (guion ganador del Oscar “Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia”), “Bardo” cuenta sin un orden cronológico la experiencia de un viaje que es tan geográfico como mental: el retorno dispara la memoria emotiva de Silverio y el relato amontona momentos dispersos de su vida que van desde la pérdida de uno de sus hijos hasta el reencuentro imaginario con su padre fallecido.
Todas las criticas coincidieron en que “Bardo” funciona como una autobiografía apenas disimulada del propio Iñárritu, que bajo el personaje de Silverio se propone narrar las contradicciones de su propia vida, la de un director mexicano que triunfa en Hollywood y se establece en los Estados Unidos sin renunciar a sus raíces.
“Bardo” es la primera película de Iñárritu filmada en México desde Amores Perros en el año 2000. El film, cuenta con el diseño de producción del artista mexicano ganador del Oscar Eugenio Caballero (“El Laberinto del Fauno”) y el diseño de vestuario de Anna Terrazas (“Roma”). Y lo hace, con una de las historias más introspectivas y personales del laureado realizador mexicano.
Gran elenco de talento latino
“Bardo”, cuenta con un destacado elenco de talentosos actores latinoamericanos. El mexicano Daniel Giménez Cacho interpreta a Silverio Gama y es el gran protagonista de la historia. Dentro de los grandes proyectos de este multipremiado actor se encuentran títulos como “Solo con tu pareja”, “Y tu mamá también”, “La mala educación” y “Zama”, de Lucrecia Martel.
Por su parte, Griselda Siciliani, la talentosa actriz argentina de teatro, cine y televisión da vida a Lucía, anteriormente ha triunfado en tiras televisivas como “Los únicos” y “Educando a Nina”; mientras que Ximena Lamadrid, la joven actriz mexicana da vida a Camila. Se catapultó a la fama gracias a la exitosa serie de Netflix, “¿Quién mató a Sara?”.
El joven mexicano Íker Sánchez Solano, en su gran debut como actor, interpretará a Luciano. Junto a ellos, colaboran en este filme grandes talentos latinos como Hugo Albores, Andrés Almeida, Misha Arias De La Cantolla, David Blanco, Fernanda Borches, Mar Carrera, entre otros.
De la historia coral a la autobiografía disimulada
Ya en 2000, con “Amores perros”, Iñárritu se abrió paso en el mapa del cine planetario a fuerza de golpes bajos, regodeo en las desgracias humanas y otros artificios de ocasión. El éxito cosechado por su opera prima le valió el ingreso a Hollywood, en el que supo hacerse un lugar velozmente con “21 gramos” y “Babel”.
El formato de la historia coral, que ya por 2010 empezaba a menguar, lo lleva a buscar nuevas fórmulas para sostener su ya conocida misantropía grotesca, salpicada aquí y allá de notas de sátira y de algunos estallidos de moralismo. Así, en “Biutiful”, su primera colaboración con Giacobone, prueba suerte con un recurso nuevo, lo mágico (aunque se trate de una magia oscura y discreta, destinada a reforzar un pesimismo efectista) y se lleva el Oscar a Mejor Film Extranjero.
Con “Birdman”, secundado nuevamente por el guionista argentino, el director pergeña un dispositivo con el que obtiene nada menos que tres premios Oscar: el filme suscribe a una comedia negra sobre el mundo del teatro que le permite jugar con un elemento extraño, el de la indiscernibilidad de los hechos, mecanismo asociado históricamente al género fantástico (que no se confunde con el fantasy o lo maravilloso).
El género, que surge en la literatura, hace dudar, junto al protagonista, de la verosimilitud de lo que se narra. El estatuto de los hechos, oscila entre lo real y la ensoñación, como cuando en “Birdman” aparece el personaje del título para acechar a Riggan (Michael Keaton), actor que trata de recuperar el prestigio perdido después de su paso por el cine de superhéroes.
Ahora, en “Bardo”, el director despliega una variedad de recursos que enmascaran su propia banalidad bajo un efectismo módico. Cada escena subraya la misma idea acerca de la tensión entre hechos y recuerdos, realidad e imaginación, sin dejar resquicio alguno para la duda o la perplejidad.
La película le comunica al espectador que no debe creer en lo que se cuenta porque el punto de vista, que pertenece a Silverio, no es veraz y puede estar sujeto a cambios, olvidos o reinvenciones. El (auto)biógrafo se permite así un acto de vanidad último que consiste en anunciar que no conviene confiar en nada, ni siquiera en lo que él mismo filma.
Por lo tanto, “Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades” es, como es propio Alejandro González Iñárritu describe, es una experiencia épica, visualmente deslumbrante e inmersiva, con un protagonista que llegará a un límite existencial, donde el absurdo de sus recuerdos y miedos se abre camino hasta el presente, permeando su vida cotidiana con desconcierto y asombro.