Un informe asegura que solo el 35% de los argentinos se siente conforme con su vida

En los últimos años, la felicidad de los argentinos ha sido un tema de creciente preocupación y análisis. Una reciente encuesta ha revelado que solo el 50% de los argentinos se consideran felices, lo que refleja una disminución alarmante en el bienestar general de la población. Este dato resulta especialmente significativo cuando se observa que los jóvenes de entre 18 y 29 años son los más afectados por esta tendencia. ¿Qué factores están influyendo en esta creciente infelicidad y qué nos dice esto acerca de la situación social y económica del país?

Ante estas preguntas que surgieron en el programa Digamos Todo, la producción convocó al sociólogo Julio César Luna, director del Laboratorio de Sociología Clínica de la Universidad Nacional de Rosario para hablar y definir el concepto de felicidad. «La felicidad es un concepto subjetivo y relativo. Lo que puede generar bienestar para una persona, puede no serlo para otra» y en ese sentido destacó que es fundamental tener claro cómo se mide la felicidad. El muestreo que se utilice para estos estudios debe ser amplio y representativo, ya que las personas pueden estar felices por factores muy distintos, como la llegada de un hijo o el éxito profesional.

A nivel global, la ONU mide los estándares de felicidad y destaca a los países nórdicos como los más felices, mientras que Argentina ocupa el puesto 42. Sin embargo, Luna señala que no debemos confundir felicidad con bienestar, ya que son conceptos diferentes. Mientras que la felicidad es algo subjetivo, el bienestar se relaciona con indicadores más objetivos, como la igualdad social, el ingreso per cápita y otros factores estructurales.

Una de las principales razones por las que los argentinos son cada vez menos felices está vinculada al contexto económico y social del país. La constante crisis económica, con índices como el Gini (que mide la desigualdad), ha exacerbado la sensación de malestar. En Argentina, la desigualdad está en aumento, lo que se traduce en una disminución del bienestar social.

El sociólogo menciona que el bienestar está estrechamente relacionado con estos indicadores económicos. En un contexto donde la inflación, la pobreza y la desigualdad se incrementan, las expectativas de los ciudadanos caen, y la sensación de felicidad se ve afectada. En particular, los jóvenes de entre 18 y 29 años son los que registran los niveles más bajos de felicidad. Esta franja etaria ha experimentado una caída del 11,5% en su bienestar en el último año, lo que indica que la situación está empeorando.

Una de las razones por las que los jóvenes están más infelices es la falta de expectativas de futuro. Muchos de ellos están atrapados en un ciclo de frustración debido a la falta de oportunidades laborales y las dificultades para integrarse al mercado de trabajo. La dificultad para acceder a un empleo formal y bien remunerado, a pesar de tener una educación universitaria, genera una sensación de vacío y desilusión.

Los jóvenes de hoy, que en generaciones anteriores habrían aspirado a tener una carrera exitosa, ahora se ven obligados a replantearse sus objetivos. «¿De qué sirve un título universitario si no hay trabajo?», es una pregunta que resuena en muchas mentes jóvenes. Este tipo de frustración afecta su bienestar emocional y contribuye a un sentimiento generalizado de descontento. Según el informe mencionado, solo el 35% de los argentinos se siente conforme con su vida, un índice bajo que revela una gran insatisfacción, especialmente en lo que respecta a la realización personal y profesional.

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