El periodista Hernán Lescano, especialista en temas judiciales y policiales, realizó su columna semanal en el programa Digamos Todo en donde se refirió a Santiago Busaniche, un lobbista del poder judicial muy particular.
Este abogado y escribano santafesino, que durante más de dos décadas operó en las sombras del sistema judicial, ha sido citado a declarar en un caso de corrupción institucional. La historia de Busaniche, conocida por muy pocos hasta ahora, revela un panorama sombrío de cómo funcionan los hilos del poder judicial a nivel nacional, donde influencias ocultas pueden alterar la administración de justicia.
Santiago Busaniche es un hombre con una carrera marcada por la discreción, pero con una influencia que ha permeado las estructuras más altas del Poder Judicial. Tiene un trasfondo familiar y social que le permitió forjar relaciones poderosas en distintos sectores de la política y la justicia. Es conocido por todo Comodoro Py, «Es un ex rugbyer de la ciudad de Santa Fe, hijo de un médico prestigioso de la capital provincial, hermano de un camarista de la ciudad de Paraná, casado con una hija del ex diputado provincial Julio Gutiérrez, que fuera mano derecha de Carlos Reutemann en la legislatura santafesina durante los dos gobiernos del ex piloto de Fórmula 1″.
El motivo por el cual Busaniche ha salido a la luz pública recientemente es su implicación en el caso del exjuez rosarino Marcelo Bailaque. En 2019, Bailaque, junto con un exjefe de la AFIP, Carlos Baudaña, y el financista Fernando Wpei, fue acusado de extorsionar al directivo de la empresa San Cristóbal, Claudio Iglesias. Según el fiscal, la extorsión consistió en la fabricación de una causa penal en contra de Iglesias, con el fin de cobrarle 200 mil dólares a cambio de paralizar la causa. Busaniche aparece involucrado al presionar para acelerar los allanamientos contra Iglesias y, más tarde, para conseguir la falta de mérito a cambio de dinero. El rol de Busaniche en este caso no se limita a ser un operador ocasional, sino que demuestra cómo funcionaban los «lobistas» del Poder Judicial: figuras que, sin ocupar cargos judiciales, logran gran influencia al manipular nombramientos, gestiones y decisiones clave dentro del sistema.
A lo largo de los años, Busaniche construyó una red de relaciones en el Poder Judicial que le permitió tener acceso a los círculos más altos del sistema judicial. Un contacto clave en su ascenso fue Héctor Daniel Marchi, exconcejal de Rafaela, quien fue designado por el presidente de la Corte Suprema de la Nación, Ricardo Lorenzetti, como administrador general de la Corte Suprema. A través de esta relación, Busaniche comenzó a influir en los nombramientos judiciales, colonizando diversas áreas del Poder Judicial sin concursos, y facilitando ascensos a jueces y secretarios cercanos a él.
Es en esta esfera de poder donde Busaniche empezó a «vender» cargos dentro del sistema judicial, gestionando la colocación de personas de su confianza en posiciones clave. Esto no solo ocurrió en Santa Fe y Rosario, sino también en Buenos Aires, donde su influencia fue especialmente notoria. La falta de concursos y la opacidad de estos nombramientos abrieron la puerta para prácticas corruptas dentro del sistema judicial, lo que generó un creciente malestar en diversos sectores de la sociedad.
El hecho de que Busaniche sea citado ahora por la Fiscalía de la Procuración de Lavado de Activos, bajo la acusación de tráfico de influencias y extorsión, pone de manifiesto el grado de corrupción que puede existir en el sistema judicial. Según la denuncia, Busaniche, junto con otras figuras, habría intercedido en la causa judicial de Iglesias para que este desistiera de su denuncia a cambio de 200 mil dólares. Esta práctica, en la que se mezclan influencias políticas, judiciales y financieras, no es nueva, pero su destape ha sacado a la luz un sistema de corrupción que afecta el corazón de la justicia en el país.