La reinauguración será el miércoles 24 de mayo, a las 19. Habrá música en vivo, corte de cinta y actuaciones alusivas a quienes habitaron la casona ubicada en calle Santa Fe 748, luego de la finalización de los primeros trabajos de remodelación y restauración integral.
Este miércoles 24 de mayo, a las 19, volverán a abrirse las puertas del Museo Municipal de Arte Decorativo Firma y Odilo Estevez en su ingreso por calle Santa Fe 748, frente a la plaza 25 de mayo, tras la finalización de los primeros trabajos de remodelación y restauración integral. Actores ataviados a la usanza de los antiguos habitantes de la casa y de sus trabajadores domésticos de comienzos del siglo pasado (ama de llaves, cocinero, dama de compañía) recibirán amablemente a las nuevas visitas; mientras que el coro Pro Música dará un concierto en el museo, y la Jazz Band en la plaza.
El proceso de restauración acaba de cerrar una primera etapa. Lo que se verá es una ventana abierta al pasado de la ciudad, a un estrato sepultado que estaba en la memoria de los relatos orales y que ahora se podrá contemplar como materialidad presente. La ventana al pasado es literal: se trata de un piso transparente transitable en el hall central, realizado como parte de un emprendimiento público-privado con la empresa constructora MSR. El piso transparente permitirá ver el ‘yacimiento’ excavado e investigado por el Centro de Estudios Arqueológicos de Rosario (CEAR).
Este portal conectará el presente de desarrollo con los orígenes de la ciudad de Rosario, cuando era una villa (aldea colonial) en el Pago de los Arroyos. La obra expone las acequias y el pozo que no solo pertenecieron a los propietarios anteriores a la familia Estevez sino que existen posiblemente desde fines del siglo XVIII. El 24 de mayo, además, Ese se habilitará, la tienda oficial del Estevez, que forma parte del proyecto municipal de Tiendas de Museos, a cargo de Mauro Guzmán.
Historia y mito
Poco se sabía, en el Museo, de las vidas anteriores del lugar. Salvo por los rumores que a oídos de la guía del museo, Amelia Sánchez de Vinacua, llegaban desde el ama de llaves, Elena, y la ex dama de compañía, Cecilia Anfuso. “Amelia sabía todo. Era documentalista, conservadora y guía. Ella contó que, en el hall, antes, había patio y ahí un aljibe”, recuerda Analía García, actual directora. “Este museo es una joya patrimonial de Rosario, de Argentina y de América Latina”, expresó.
Hace un siglo, los arquitectos Gerbino y Schwarz elaboraron para los Estevez el proyecto por el cual el patio central de la tradicional casa fue reconvertido en lo que hoy es el hall central. Se techó el antiguo patio, y para permitir el ingreso de luz natural, se encomendaron los vitrales al taller de Salvador Buxadera. Se instaló un hermoso piso de roble de Eslavonia, traído desde Bovisio (Milán, Italia), donde había sido manufacturado por la firma Fratelli Sari.
Para prevenir la humedad, se pusieron desagües, pero estos no resistieron el paso del tiempo y la bella casona comenzó a enfermarse de humedad. “Había que trabajar sobre los desagües. Eso fue lo que hicimos por años, llamando al plomero Manuel Hernández y luego a su hijo”, recuerda García. Se hicieron filmaciones de los caños de cerámica y se descubrió que estaban fragmentados, con piezas faltantes. Allí estaba la causa de las filtraciones de agua que generaban lodo por debajo del piso de roble de Eslavonia, que sufría hundimiento perimetral por la desintegración de la estructura original de madera que lo sostenía.
Más filtraciones de agua hacían peligrar el mirador y la sala de la loggia. Era preciso fortalecer los cielos rasos. Desde el Museo se dio la voz de alerta a la Secretaría de Planeamiento, que comenzó con el largo proceso para llevar a cabo su restauración. Como actores clave dentro de esta Secretaría, estuvieron los arquitectos Eduardo Fornarini, Gabriel Santos y Gustavo Fernetti.
En el marco del programa de Apoyo Tecnológico al Sector Turismo (Asetur), desde Planeamiento se elevó el proyecto de restauración al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, que concursaba un subsidio. “La Secretaría de Planeamiento arma una vinculación posible con la Comisión Nacional de Patrimonio”, recordó García. Tras esto, las secretarías de Obras Públicas; Cultura y Educación y Planeamiento, avalaron la ejecución del proyecto.
Se emprendió la restauración de los pisos, y de los sistemas de desagüe pluvial y de iluminación. Se inició la reparación de la Sala de Exposiciones Temporarias. María Eugenia Prece fue contratada para la restauración del Mirador. La tarea de restauración del hall central y de las salas comenzó con el desarmado, acción que la directora proyectó y ejecutó con la museóloga Laura Giménez, conservadora de la casona-museo, y con Gabriela Gorría.
La idea era que los objetos no abandonaran el Museo: “Con Laura desarmamos la casa museo y tuvimos que construir lugares de guarda para todos los objetos que contiene”, recuerda Gabriela Gorría. Laura Giménez armó en el museo las salas de guarda para todos los objetos del hall central, Silvia Musura platinó las molduras del parlor, María Eugenia Prece hizo las molduras originales. Los restauradores convocados fueron Ayelen Makawa, que tuvo a su cargo las arañas de la sala francesa; Mirta Carreras las arañas de bronce y Lisandro Priotti, las arañas de cristal.
En 2011, hubo dos buenas noticias: salió el decreto, firmado por la entonces presidenta de la Nación, Cristina Fernández, y los ministros Aníbal Fernández y Florencio Randazzo, y el ya Monumento Histórico Nacional recibió el subsidio solicitado. El entonces intendente Miguel Lifschitz y el presidente de la Comisión Directiva del Polo Tecnológico Rosario, Juan Pablo Manson, firmaron el convenio por un aporte nacional de 120.000 pesos, con una contraparte de la Municipalidad de 50.000 pesos.
Recuerda la directora: “Se trabajó el problema con los desagües pluviales del hall central. Se encamisaron los cuatro desagües y se trabajaron los de los techos. Con la primera lluvia, se taparon tres de esos desagües. Eso hizo que filtrase agua al hall central. El agua ingresó sobre tres vitrales. No se dañó ninguna obra, pero si se dañó el piso de roble de Eslavonia. Esa filtración del hall central nos llevó a restaurarlo. Ya teníamos amplia experiencia con Gabriel Cosgaya en la restauración del piso”.
“Emprendimos y documentamos así la tarea de restaurarlo en baldosas, primero con una conservadora del Museo, Gabriela Tradotti y luego continuamos con Lisandro Aldasoro, también conservador, restaurador, del Centro Cultural El Obrador, para trabajar finalmente con el departamento de carpintería de este lugar y sus maestros carpinteros: Leandro Cortés y Lucas García. Ellos, con un equipo integrado además por dos aprendices de carpinteras, tomaron la tarea de restaurar todos los hundimientos perimetrales que por humedad ascendente el Museo Estevez tenía”, agregó.
En julio y agosto de 2021, comenzaron los procesos de obra de la restauración del Museo Estevez. La empresa constructora encontró una evidencia material de construcciones antiguas previas a la construcción actual de la casa del Museo Estevez. “En base a eso, se conectaron con la dirección del Museo, que a su vez hizo un acuerdo con la Facultad de Humanidades y Artes, y en ese momento nos convocó el decano para que hagamos estudios de evaluación de impacto ambiental y cultural del lugar”, relató Analía García, actual directora.
“Con ese diagnóstico, se visitó el lugar, y se decidió dar intervención a un grupo de geofísicos de la Universidad Nacional de Buenos Aires, del Conicet. Ellos, a través de elementos radioeléctricos, con la instrumentación del georradar, detectaron la existencia de determinadas estructuras, que guiarán las excavaciones en el futuro. Después empezamos una excavación en la cual participaron graduados y alumnos de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario”, agregó.
Las excavaciones arqueológicas en el lugar duraron dos meses. “Aparecieron una serie de estructuras vinculadas a desagües pluviales antiguos y también un pozo cisterna o un pozo de agua; también apareció evidencia anterior de ocupaciones preexistentes, como huellas de pozos, de poste, y algunas evidencias materiales que podrían estar indicando la presencia de los primeros pobladores de la ciudad de Rosario, asentados a fines del siglo XVIII”, enumeró Fernando Oliva.
Además, contó que en el lugar se encontraron “elementos de cerámica de confección indígena” y aclaró que “el nombre etnográfico de lo que podrían ser materiales originarios no se determina si no hay una asignación étnica al registro arqueológico”, material que está siendo procesado e investigado, sostuvo Oliva.
Museo Municipal de Arte Decorativo
El Museo existe como tal desde 1968. Fue constituido por la donación de la casona y de sus contenidos que efectuó su propietaria Firma Mayor, viuda de Estevez. Ella y su esposo Odilo la habían comprado en 1921 a otro matrimonio, el de Melitón de Ibarlucea y Rita Alcácer. La familia Estevez Mayor la hizo refaccionar con los prestigiosos arquitectos locales José Gerbino y Leopoldo Schwarz. Reunió, a lo largo de treinta años, una colección exquisita.
La misma cuenta con un mobiliario español de los siglos XVI, XVII, y XVIII, copias de muebles franceses del siglo XVIII, una colección de pinturas y esculturas europeas; trabajos en marfil, vidrio, porcelana, jades europeos, americanos y orientales, platería colonial, tapices, alfombras, y luminarias de bronce y cristales. Todo ese tesoro, y la casa que lo alberga, están bajo la tutela de la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario. En 2011, se firmó el decreto presidencial 352, que declara al Museo Estevez como Monumento Histórico Nacional.
Siendo, además de la Catedral y del Palacio Municipal, uno de los tres únicos edificios del siglo XIX que perduran en torno a la plaza 25 de mayo, la casona que hoy es el Museo fue edificada por sus más antiguos propietarios asentada sobre las ruinas de una construcción más antigua aún, quizás una de las primeras que se hayan erigido alrededor de la antigua plaza central de la villa original del Pago de los Arroyos.