En los manuales escolares se utilizan algunas imágenes que fueron pintadas varias décadas después de los sucesos de 1810, pero quedaron grabadas en la mente de millones de argentinos.
La Revolución de Mayo es considerada el proceso fundador de la actual Argentina y millones de argentinos aprendieron sobre aquellos sucesos de 1810 en la escuela, lugar donde parte de la enseñanza estuvo ligada a algunos cuadros que retratan lo que pasó puertas adentro y afuera del mítico Cabildo porteño.
La utilización de imágenes como herramienta pedagógica es clave para poder anclar las enseñanzas en los alumnos y así bien lo comprendió hace más de 100 años el fundador y primer director del Museo Histórico Nacional, Adolfo Carranza.
El abogado e historiador fue uno de los principales impulsores de los festejos por el Centenario de la Revolución de Mayo, en 1910. Como parte de sus iniciativas se destacó la creación de cuadros para poner en imágenes la Historia argentina.
Carranza llevó adelante los concursos para la realización de pinturas y esculturas relativas a distintos personajes y episodios ocurridos en el siglo que había transcurrido.
En las obras que se refieren a la Revolución de Mayo, el entonces director del MHN se encargó de brindar asesoramiento en términos de detalles históricos a los artistas para que esas imágenes dieran cuenta de la grandeza de los próceres: así, esas “fotos” de la historia argentina perduran hasta estos tiempos y marcaron a varias generaciones que conocieron lo que sucedió en el Cabildo en mayo de 1810.
Uno de esos cuadros es El Cabildo Abierto del 22 de Mayo de 1810, del pintor chileno Pedro Subercaseaux, quien compuso a dúo con Carranza una escena basada en documentos de época y escritos de Bartolomé Mitre y, sobre todo, de Vicente Fidel López.
El artista trasandino se valió de fotografías de los altos del Cabildo de Buenos Aires y de algunos retratos de la colección del MHN que le envió Carranza para poder ser fiel al histórico edificio y también a los personajes que formaron parte de aquella jornada en que el debate sobre la situación del entonces Virreinato del Río de la Plata se extendió por unas 15 horas.
Además, Subercaseaux construyó una maqueta del Cabildo para poder obtener los juegos de luz y perspectiva y lograr así el efecto realista que buscaba.
El actual director del Museo Histórico Nacional (MHN), Gabriel Di Meglio, destacó que al hablar sobre el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810 “nadie lo piensa sin ese cuadro de fondo”.
“Es una escena que hoy en día asociamos totalmente con ese cuadro: en un manual escolar, en internet”, añadió.
El trasandino también aprovechó para imprimirle algo de su predilección por uno de los más destacados personajes del primer gobierno patrio: “Subercaseaux era muy admirador de Mariano Moreno y lo ubico en un extremo del cuadro, pensativo, sin decir nada”.
Este cuadro forma parte de la muestra “Pintores de la Historia” del Museo Histórico Nacional: puede visitarse en Defensa 1600, en el barrio porteño de San Telmo, de miércoles a domingos de 11 a 19 y los sábados hasta las 21.
El MHN también conserva un boceto del pintor uruguayo Juan Manuel Blanes sobre el Cabildo Abierto.
Otra de las imágenes icónicas referidas a aquellos días de 1810 es el óleo La Revolución de Mayo, del pintor catalán Francisco Fortuny, quien se destacó como ilustrador de distintos episodios de la historia argentina para distintas revistas de la época.
Allí se puede observar cómo se habían congregado los vecinos de Buenos Aires frente al Cabildo. Fortuny también es autor de Primera Junta, un cuadro en el que ubicó alrededor de una mesa a los nueve integrantes de aquel primer Gobierno patrio: Cornelio Saavedra, Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu, Juan Larrea, Juan José Paso y Mariano Moreno.
También es muy difundido, aunque con algunas inexactitudes históricas, el cuadro ¡El pueblo quiere saber de qué se trata!, de Ceferino Carnacini: en la clásica imagen se observa varios paraguas para cubrirse de la copiosa lluvia de aquellos días, cuando en realidad esa herramienta para protegerse del agua era una suerte de lujo en la época.
Estas “fotos” de la historia poblaron (y lo seguirán haciendo) manuales, revistas, folletos, billetes, monedas y hasta publicidades. Aunque fueron creadas un siglo después de los eventos revolucionarios quedaron fuertemente asociadas con ellos.