El campeón del mundo comenzó las Eliminatorias con dos victorias pese a la ausencia de Lionel Messi en la segunda fecha. Al conjunto albiceleste no lo para ni la altura de La Paz.
La Selección argentina del entrenador Lionel Scaloni pasó con creces una prueba de fuego: debutó en las Eliminatorias sudamericanas tras ser campeón del mundo con dos victorias ante Ecuador y Bolivia, respectivamente, aunque en el segundo partido se enfrentó también a la altura y a la ausencia del astro Lionel Messi.
No era un comienzo fácil para el seleccionado albiceleste y se lo hizo notar Ecuador, que lo complicó en un parejo encuentro en el estadio Monumental que destrabó Messi con un gol de tiro libre en el que volvió a demostrar por qué es el mejor jugador del mundo.
En la segunda fecha, el panorama parecía ser aún más difícil, dado que Argentina viajó a la ciudad de La Paz y no pudo contar con el rosarino por el cansancio acumulado para enfrentar a Bolivia.
Sin embargo, el equipo de Scaloni fue eso: un equipo.Ángel Di María reemplazó a Messi y, una vez más, fue determinante, mientras que el resto de los futbolistas cumplió -o más- con lo que había pedido el técnico para sortear un duro escollo, más allá de la debilidad futbolística del rival que además se quedó con diez en el primer tiempo.
De esta manera, la Selección inició su nuevo camino, en el que lucirá y cargará con el mote de campeón del mundo, con la confirmación de que su techo todavía se encuentra demasiado alto. Con hambre de más gloria y con una idea clara dentro del campo de juego. Con una incontable cantidad de variantes y con un entrenador que sabe cómo afrontar una etapa en la que todos los adversarios querrán vencer al último elenco que levantó la copa más deseada.
“La charla que tuvimos con los jugadores apenas los vimos fue que lo pasado ya está. Fue muy lindo, histórico, pero ahora hay que seguir. El ADN del jugador de fútbol, y más del argentino, es continuar ganando”, sostuvo Scaloni antes del estreno en las Eliminatorias.
Y agregó: “Ahora será mucho más complejo jugar contra los rivales y ninguno se puede dormir. Esta camiseta y este escudo implican constantemente mejorar”.
El mensaje fue claro y el resultado también. Argentina demostró nuevamente que es un equipo de verdad, que ganó todo lo que podía ganar pero quiere más. Y, lo más importante, que la convicción va más allá de cualquier nombre o contexto.