Este martes por la tarde se realizará una audiencia no vinculante en el Concejo sobre la nueva ordenanza pafra habitar la noche. El empresario Sergio Willy Spagnolo, integrante de la Cámara de Boliches, señaló varios temas a resolver y el cruce de responsabilidades a distintos niveles del Estado
Este martes por la tarde Rosario comenzará a discutir (de nuevo) su noche. En una audiencia no vinculante los concejales esperan oir las posturas de unas 80 personas sobre cómo regular la diversión nocturna, en la previa al debate entre los propios ediles, primero en la comisión de Gobierno, sobre el proyecto de ordenanza que envió el poder Ejecutivo. El empresario Sergio Willy Spagnolo, integrante de la Cámara de Boliches, señaló varios temas a resolver: el ruido en Pichincha, las fiestas clandestinas fuera de Rosario y los nuevos consumos juveniles, entre otros.
Con 30 años en el rubro, Spagnolo, advirtió que varios factores intervinieron para alejar a los chicos de la noche, más allá de una ordenanza que, después de 23 años, exige de una actualización urgente, calculó una merma importante jóvenes del circuito de entretenimiento urbano nocturno por un cruce de responsabilidades a distintos niveles del Estado: la crisis económica (Nación), la inseguridad (Provincia) y la falta de transporte (Municipio).
“Cuando vos tenés ese cóctel, si en la historia de Rosario eran 50 mil jóvenes por fin de semana, hoy tenes 10 mil que van a bares y a las diez confiterías bailables que quedan. No es un problema de falta de lugares, sino de demanda”, observó.
Aunque advirtió, al mismo tiempo, que la oferta hoy tampoco seduce a los jóvenes de entre 14 y 17 años que prefieren fiestas ilegales, muchas veces fuera del ejido urbano, en las que tienen acceso a alcohol.
“Hoy los adolescentes rosarinos a los 15 años empiezan a tomar alcohol, el alcohol va a ser vinculante; si no hay alcohol no van a ningún lado”, alertó Spagnolo que señaló otro cambio en los consumos “nocturnos”: las drogas sintéticas, más vinculadas a las fiestas electrónicas.
“Mi miedo mayor hoy es algún chico con alguna sobredosis, que es algo que no podemos controlar. Cambió el tipo de consumo, hoy es un consumo químico, donde simplemente te podés tomar una pastilla antes de entrar (al boliche). Temo que un chico se intoxique”, se sinceró, si bien destacó que los protocolos sanitarios se cumplen en los eventos masivos de música electrónica, como los puestos médicos y de hidratación.
En el caso de las fiestas clandestinas fuera de Rosario, para el empresario la solución es sencilla, solo requiere de voluntad política: que se habilite un 0 800 para denuncias y que intervenga la Provincia.
“La nocturnidad tienen cuatro ejes: los jóvenes, los empresarios, el Estado y los vecinos. Necesitamos que los jóvenes se queden en Rosario con una diversión de calidad y seguridad, empresarios que inviertan, Estado que controle y vecinos que puedan descansar, eso es una nocturnidad organizada”, resumió y destacó, que excepto en Pichincha, no hay problemas de convivencia con los vecinos, por eso, además, defendió la utilidad del registro de oposición y de una nocturnidad planificada para que, de golpe, no se acumulen “40, 50 habilitaciones” que compitan con los derechos de los vecinos.